3 de enero de 2016

MEDITANDO





                   El mundo exterior no me afecta. Yo estoy a cargo de mi propio Ser. Resguardo mi mundo interior, porque es ahí donde creo mi mundo. Hago todo lo necesario para mantener mi mundo interior en paz. La paz interior es esencial para mi salud y bienestar.

                  Entro en mí y encuentro ese espacio donde todo es silencioso y sereno. Puedo verlo como un profundo estanque, callado y pacífico, rodeado por el verdor de la hierba y por árboles altos y silenciosos. Puedo sentirlo como nubes blancas y ondulantes en las que me recuesto para ser acariciado. Puedo oírlo como una música suave y deliciosa que me calma los sentidos.

                 De cualquier manera que decida experimentar mi espacio interior, en él encuentro paz. En ese centro de paz estoy yo.

                Soy la pureza y la quietud del centro de mi proceso creativo. En paz creo, vivo, me muevo y experimento la vida.

                Porque me mantengo centrado en mi paz interior, tengo paz en mi mundo exterior.

               Aunque otras personas vivan en la discordia y el caos, eso a mí no me afecta, porque para mí mismo proclamo la paz. Aun cuando pueda estar rodeado de locura, yo sigo estando calmado y en paz.

               El Universo es un lugar ordenado y tranquilo, y yo lo reflejo en cada momento de mi vida. Las estrellas y los planetas no necesitan preocuparse ni asustarse para mantener su órbita celeste. Tampoco el pensamiento caótico contribuye a que mi existencia sea pacífica. Escojo expresar tranquilidad, porque soy paz.
               Nuestro miedo más profundo no consiste en creer que no estamos a la altura, nuestro miedo más profundo es conocer que somos poderosos más allá de todo límite.

                 Es nuestra propia luz y no nuestra oscuridad la que más nos espanta. Nos hacemos esta pregunta: ¿quién soy yo para ser brillante, radiante, talentoso y maravilloso? De hecho ¿quién eres para no serlo? Eres una c r i a t u r a d e D i o s. Vivir mezquinamente no es hacer un favor al mundo. La iluminación no es reducirte para evitar el provocar inseguridad en los demás.
 
                 Hemos nacido para manifestar la Gloria de Dios que está en nosotros. No se encuentra sólo en unos pocos elegidos, está en cada uno de nosotros y a medida que dejamos que resplandezca nuestra propia luz, damos inconscientemente a los demás el permiso de hacer lo mismo. Liberándonos de nuestro miedo, nuestro poder libera automáticamente a los demás.



REVISTA ALMA SOLAR SEPTIEMBRE 2014

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