El Maestro siempre permitía que cada cual creciera a su propio
ritmo. Que se sepa, nunca pretendió “presionar” a nadie. Y él mismo lo
explicaba con la siguiente parábola.
"Una vez, al observar un hombre como una mariposa luchaba
por salir de su capullo, con demasiada lentitud para su gusto, trató de
ayudarla soplando delicadamente.
Y
en efecto, el calor de su aliento sirvió para acelerar el proceso. Pero lo que
salió del capullo no fue una mariposa, sino una criatura con las alas
destrozadas.
Cuando se trata de crecer, concluyó el Maestro, no se puede
acelerar el proceso, porque lo único que puede conseguirse es abortarlo".
Anthony de Mello.
Desde Kieper, la marisopa no lucha por salir del capullo. Aunque
parezca paradójico, no existe "la lucha" en el reino animal. Lo que
hace la mariposa es darle fuerza a sus alas generando movimientos dentro del
capullo. Al mismo tiempo, sus alas se desarrollan y crecen. Es la danza del
crecer y dejar. Dejar la confianza del capullo para luego extenderla a las
alas. Cuando nacemos, dejamos la confianza del capullo uterino, y deberíamos
expandirlo a nuestra consciencia. Nunca es tarde. Aun se puede.
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