El aferramiento es la fuente de todos nuestros problemas. Puesto que, para nosotros, la impermanencia equivale a angustia, nos
aferramos desesperadamente a las cosas,
aun cuando todas
las cosas cambian. Nos aterroriza desprendernos de ellas; de hecho, nos aterroriza vivir, ya que aprender
a vivir es aprender a desprenderse. Y ésta es la tragedia
y la ironía de nuestra lucha por retener:
no sólo es imposible, sino que nos provoca
el mismo dolor
que intentamos evitar.
La intención que nos mueve a aferrarnos no tiene
porqué ser mala en sí; el deseo
de ser felices
no tiene nada de malo,
pero aquello a que nos asimos es inasible
por naturaleza.
Los tibetanos dicen que no se puede lavar
dos veces la misma mano
sucia en el mismo río,
y que “por mucho que estrujes
un puñado de arena nunca
le sacarás aceite”.
Sogyal
Rimpoché
Muchas veces me pregunto: “¿Cómo es que todo cambia?”
Así
es la vida. Nada. Nada
en absoluto posee
el menor carácter duradero.
Buda dijo
Esta existencia nuestra es tan pasajera como las nubes de otoño.
Observar el
nacimiento y muerte de los seres es como contemplar los movimientos de un baile.
La vida entera es como un relámpago
en el cielo; se precipita a su fin
como un torrente por
una empinada montaña.
Sogyal Rimponché
Tengo ya setenta y ocho años y a lo largo de mi
vida he visto muchas cosas. Muchos jóvenes han muerto, muchas
personas mayores han muerto. Muchas personas
encumbradas han descendido. Muchas personas de humilde posición se han encumbrado. Muchos países han cambiado. Ha habido muchos desórdenes y tragedias, muchas guerras y plagas, mucha y terrible destrucción en todo el mundo. Y, no obstante, todos estos cambios no son más reales que un sueño. Si se mira a fondo, se advierte que no hay nada permanente ni constante, nada, ni siquiera el menor pelo del cuerpo.Y esto no es una teoría, sino algo que realmente podéis llegar a conocer, percibir y ver incluso con vuestros propios ojos.
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