Dios en ti, te invita cada día a descubrir que cada ser que está a tu lado no es sólo una persona, sino un trocito de ese mismo Dios que habita en tu corazón, que si lo miraras con los ojos del alma no
verías más que luz y se estremecería todo tu ser, que cada persona que camina a nuestro lado está conectada a nosotros por la energía sagrada de la vida.
Si pudieras descubrir lo grandioso que es sentir que no pertenecemos a este mundo sino al universo, que somos hijos de la magnificencia divina.
Si conocieras los secretos del cielo, que cada uno de nosotros somos parte de él, que sólo en el silencio y en la quietud de la mente encontrarás la visión más elevada que podrías alcanzar y traspasarías los límites de lo físico.
Si supieras que al experimentar la vida a quien experimentas es a Dios en toda su grandeza y en toda su pequeñez, experimentándose así mismo en nosotros y en toda la creación.
Si comprendiéramos que cada ser humano se sana a través de otro, que amar al mayor de nuestros enemigos es la mayor obra de sanación hacia nosotros mismos, que vivir en el desapego al juicio es liberar al alma de toda cruz, que la fuente de toda evolución humana está en las palabras de Jesús:”
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien” y vuestra alma bailará de extrema alegría.
Así comprenderéis que amando la debilidad humana la estáis elevando a la luz, que sólo de esta manera nos liberaremos de nuestras propias miserias porque entenderemos que en el momento en que acepto la mayor pobreza en el otro, así estoy amando la mayor pobreza en mí y así aprendo, crezco y realizo todo el proceso de evolución.
Evolucionar es realizar el proceso de unificación e integración con lo divino, es elevar nuestra consciencia a través del mundo físico y tener presente en todo momento qué somos y quiénes somos, es reconocer la divinidad en nosotros, es descubrir que la muerte realmente no existe, que somos un Ser extraordinario, formados por cuerpo, pensamiento y alma y que unidos somos una maquinaria perfecta, que somos su mayor expresión, somos receptores a la vez que emisores de su frecuencia, somos la música y la voz de Dios.
Cada uno de nosotros somos luz en el mundo en nuestra propia oscuridad y nuestra oscuridad es lo único que nos puede llevar a la luz, es reencontrar una vez y otra el camino hacia Dios, el camino
hacia casa. Saber que ya estamos en casa, que Dios ya está en nosotros, que somos hijos de la divinidad…que la alegría y el gozo más profundo está en descubrir esa verdad y que esa verdad nos hará libres para SER lo que realmente somos, idénticos al DIOS CREADOR.
Revista Alma Solar
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