Es frecuente que nos asalte el deseo de cambiar el mundo erradicando la pobreza, el hambre, las guerras, injusticias, etc. Estos deseos positivos suelen esconder algunas trampas kármicas, la principal consiste en tratar de ayudar a los demás sin ser capaces de ayudarnos ni a nosotros mismos. Es nuestra actitud frente a lo que nos sucede lo que sí podemos transformar, recordando que el verdadero cambio opera desde el mismo corazón hacia afuera. Si tu cambias, cambia el mundo.
J.C.
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