Lo que deseas con tus
pensamientos, sentimientos y emociones es lo
que recibes.
Si sientes
incertidumbre, te alineas con la energía de la duda.
Si estas ansioso, te
sintonizas con la energía de la preocupación.
¿Por qué no mejor
reemplazar esto con confianza, certeza,
optimismo y éxito
divino? ¿Eres consciente de que eres co-gestor de
tu éxito?
Dice una ley
universal, que solo se consigue atraer lo que ya se posee
dentro. –Como sabemos
para algunos que
aun a consciencia es
una dinámica. Si es
una dinámica puede moldearse, estirarse,
trabajarse en el
tiempo ya sea pasado o presente. Si es una ley solo se
obedece por causa-efecto.
No se trata de
privarnos, renunciar o de sacrificar
algo para obtener
éxito. No es de
“trampear“ al otro, tampoco de suerte
o inteligencia.
La competencia
literalmente vive dentro de ti, el
gran opositor es
tu
propio ego. Cada uno
de nosotros merece el éxito divino y es nuestra
responsabilidad
reclamarlo, como una herencia que nos corresponde.
Generalmente, cuando
de éxito se habla, bastantes piensan en dinero
y fortuna. Pero
el éxito se refiere a todo lo que
hacemos, al sentirnos
felices y
a gusto en cada área de nuestra vida: a tener tiempo
para
compartir y
disfrutar. De manera que es más bien una definición
personal. Para
algunos puede significar consecución de logros o
títulos, para otros
llegar lejos o subir posiciones.
Existen algunas
premisas universales que hoy te sugiero considerar,
para alinearte con el
universo y sentirte exitoso:
1- Cero arrogancia,
cero egocentrismo
Concibe tus ideas y
prioridades no solo en función de ti mismo, sino
con un propósito
superior y resplandecerán.
Cuando piensas en ti
únicamente, cuando quieres avanzar tu
solo, tu éxito se
detiene. Si piensas en los demás, tu
creatividad aflorará.
Tener éxito no solo es tener logros
materiales, es
disfrutar y aportar a la humanidad. Es servir
con amor. Es ayudar a
otros a engrandecer sus vidas. Esto
abrirá tus canales de
abundancia.
Recuerda: sirve a
otros y te servirás a ti mismo. Beneficia a
otros y te
beneficiarás. Comparte con gusto y todo el bien
que haces te será
devuelto multiplicado. Probablemente no
de la misma manera o
de la misma persona a la que diste,
pero definitivamente,
si se magnificará en bendiciones para ti
y los tuyos.
Prioriza y si se
requiere pide ayuda.
Piensa en esto:
¿Utilizas el tiempo eficiente y
productivamente? O,
¿vives estresado, ocupado, corriendo
en asuntos sin
prioridad alguna o desconexión con tus
sueños, haciendo lo
que caiga? Concéntrate en lo que es
importante para ti,
primero lo primero. Lo otro llegará por
añadidura.
Valórate y valora lo
que haces. Si no lo haces, ¿cómo puedes
esperar que los demás
si lo hagan? Permanece entusiasta y si
lo necesitas pide
ayuda. Claro, si quieres ser ayudado,
coopera permaneciendo
abierto a recibir, a comprender y
sobretodo a actuar.
El consejo puede venir de la forma menos
esperada, del lugar
menos sospechado, de la persona menos
imaginada.
2- Se flexible y
despréndete de tu pasado
Es genial fijarnos
objetivos, pero no nos enmarquemos en
ellos.
Hay que estar
dispuestos a ser flexibles y a modificarlos si es
pertinente. Todo
cambia. Ciertamente, nosotros y nuestras metas no
son la excepción. Los
karmas cambian continuamente y muchas veces
se debe desprogramar
algo en razón a ese cambio.
Olvídate del viejo
dicho de que todo tiempo pasado siempre fue
mejor. Esa si que es
una artimaña de la mente para desenfocarte y
sumirte en melancolía.
Hay quienes se entristecen de que antes
fueron exitosos, de
que lo tuvieron todo y que ya nunca volverá a ser
igual. No te
despistes ni te duermas al volante. No te rindas ni tires la
toalla en el último
instante; podrías estar a milímetros de alcanzar tus
sueños. Ya lo he
dicho en clases de muchas maneras, se cauteloso
porque el ego infla y desinfla también.
3- Bendice y agradece
Bendice en silencio a
tus clientes, a tus proveedores, a tus pacientes, a
tus empleados, a las
personas que te sirven. Tus vecinos y por qué no
a tu competencia.
No envidies el éxito
de los demás. Dice Marianne Williamson: “lo que mentalmente no permitimos a los
demás, nos lo negamos a nosotros mismos”. Lo que bendecimos en los demás, lo
atraemos hacia nosotros”.
4- Confía
Tu socio principal en
todo lo que emprendas es Dios.
Ten mucho
cuidado y no caigas
en la trampa de creer que tú
y solo tú, eres el creador de tu éxito. No
desconozcas a Dios ni
a la intervención divina, porque la luz que
creas se ira al ego. No tienes que perseguir nada. Las cosas llegarán a ti en
la medida que comprendas y aceptes,que lo que llegue es perfecto y para tu
mayor beneficio.
Se consistente
contigo mismo y consagra todas tus actividades a Dios.
Confía en un Poder
Supremo, en ti, y despreocúpate por el qué dirán.
Si no te importa lo
que piense la gente, ya diste el primer paso hacia
el éxito. Y acuérdate
que, lo único imposible es aquello que no
intentas.
Entre lo que has
leído de esta reflexión hasta este punto, analiza qué aspectos sabotean tu
éxito. Porque no es que no tengamos oportunidades. A todos se nos presentan. No
es solo pedir un nuevo trabajo, otra relación, otro negocio, otro proyecto o
cualquier otra cosa, porque si vamos a seguir actuando con la misma energía
conflictiva de
siempre, con los mismos patrones mentales de
duda, fracaso y
desesperación, simplemente no nos sentiremos
triunfantes.
“Dame Padre los
recursos
para ejecutar a
cabalidad mi
misión, la tarea
que Tu me
has asignado para
esta vida.
Condúceme con bien
para
desarrollar y
desempeñar
mis dones.
Te entrego y
consagro mi
vida personal y
profesional.
Que mis acciones
sirvan al
mundo, que aporten
y
ofrezcan
bendiciones.
Yo solo/a, por mi
propia
cuenta no me muevo.
Por
eso te pido Padre
que me
guíes a través de
tus
ángeles. Que me
conduzcan
donde Tu quieras
que yo
vaya. Que me
inspiren a
decir lo que Tu
quieres que
yo diga. Y que me
acompañen en las
actividades que me
corresponde hacer”.
J.C.
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