23 de agosto de 2014

Todas las formas de felicidad y éxito son aspectos de Dios.





Lo que deseas con tus pensamientos, sentimientos y emociones es lo
que recibes.
Si sientes incertidumbre, te alineas con la energía de la duda.
Si estas ansioso, te sintonizas con la energía de la preocupación.
¿Por qué no mejor reemplazar esto con confianza, certeza,
optimismo y éxito divino? ¿Eres consciente de que eres co-gestor de
tu éxito?
Dice una ley universal, que solo se consigue atraer lo que ya se posee
dentro. –Como sabemos para   algunos    que   aun   a consciencia es
una dinámica. Si es una dinámica puede moldearse, estirarse,
trabajarse en el tiempo ya sea pasado o presente. Si es una ley solo se
obedece por causa-efecto.
No se trata de privarnos, renunciar o de sacrificar     algo     para      obtener
éxito. No es de “trampear“ al otro, tampoco    de   suerte   o    inteligencia.
La competencia literalmente vive dentro de    ti,     el    gran     opositor    es      tu
propio ego. Cada uno de nosotros merece el éxito divino y es nuestra
responsabilidad reclamarlo, como una herencia que nos corresponde.
Generalmente, cuando de éxito se habla, bastantes piensan en dinero
y fortuna. Pero el  éxito se refiere a todo lo que hacemos, al sentirnos
felices   y   a  gusto  en cada área de nuestra vida: a tener tiempo para
compartir y disfrutar. De manera que es más bien una definición
personal. Para algunos puede significar consecución de logros o
títulos, para otros llegar lejos o subir posiciones.
Existen algunas premisas universales que hoy te sugiero considerar,
para alinearte con el universo y sentirte exitoso:
1- Cero arrogancia, cero egocentrismo
Concibe tus ideas y prioridades no solo en función de ti mismo, sino
con un propósito superior y resplandecerán.
Cuando piensas en ti únicamente, cuando quieres avanzar tu
solo, tu éxito se detiene. Si piensas en los demás, tu
creatividad aflorará. Tener éxito no solo es tener logros
materiales, es disfrutar y aportar a la humanidad. Es servir
con amor. Es ayudar a otros a engrandecer sus vidas. Esto
abrirá tus canales de abundancia.

Recuerda: sirve a otros y te servirás a ti mismo. Beneficia a
otros y te beneficiarás. Comparte con gusto y todo el bien
que haces te será devuelto multiplicado. Probablemente no
de la misma manera o de la misma persona a la que diste,
pero definitivamente, si se magnificará en bendiciones para ti
y los tuyos.
Prioriza y si se requiere pide ayuda.
Piensa en esto: ¿Utilizas el tiempo eficiente y
productivamente? O, ¿vives estresado, ocupado, corriendo
en asuntos sin prioridad alguna o desconexión con tus
sueños, haciendo lo que caiga? Concéntrate en lo que es
importante para ti, primero lo primero. Lo otro llegará por
añadidura.
Valórate y valora lo que haces. Si no lo haces, ¿cómo puedes
esperar que los demás si lo hagan? Permanece entusiasta y si
lo necesitas pide ayuda. Claro, si quieres ser ayudado,
coopera permaneciendo abierto a recibir, a comprender y
sobretodo a actuar. El consejo puede venir de la forma menos
esperada, del lugar menos sospechado, de la persona menos
imaginada.
2- Se flexible y despréndete de tu pasado
Es genial fijarnos objetivos, pero no nos enmarquemos en
ellos.
Hay que estar dispuestos a ser flexibles y a modificarlos si es
pertinente. Todo cambia. Ciertamente, nosotros y nuestras metas no
son la excepción. Los karmas cambian continuamente y muchas veces
se debe desprogramar algo en razón a ese cambio.
Olvídate del viejo dicho de que todo tiempo pasado siempre fue
mejor. Esa si que es una artimaña de la mente para desenfocarte y
sumirte en melancolía. Hay quienes se entristecen de que antes
fueron exitosos, de que lo tuvieron todo y que ya nunca volverá a ser
igual. No te despistes ni te duermas al volante. No te rindas ni tires la
toalla en el último instante; podrías estar a milímetros de alcanzar tus
sueños. Ya lo he dicho en clases de muchas maneras, se cauteloso
porque el ego infla y desinfla también.
3- Bendice y agradece
Bendice en silencio a tus clientes, a tus proveedores, a tus pacientes, a
tus empleados, a las personas que te sirven. Tus vecinos y por qué no
a tu competencia.
No envidies el éxito de los demás. Dice Marianne Williamson: “lo que mentalmente no permitimos a los demás, nos lo negamos a nosotros mismos”. Lo que bendecimos en los demás, lo atraemos hacia nosotros”.
4- Confía
Tu socio principal en todo lo que emprendas   es   Dios.   Ten    mucho
cuidado y no caigas en la trampa de creer    que        y   solo   tú, eres el creador de tu éxito. No desconozcas a    Dios   ni     a   la    intervención divina, porque la luz que creas se ira al ego. No tienes que perseguir nada. Las cosas llegarán a ti en la medida que comprendas y aceptes,que lo que llegue es perfecto y para tu mayor beneficio.
Se consistente contigo mismo y consagra todas tus actividades a Dios.
Confía en un Poder Supremo, en ti, y despreocúpate por el qué dirán.
Si no te importa lo que piense la gente, ya diste el primer paso hacia
el éxito. Y acuérdate que, lo único imposible es aquello que no
intentas.
Entre lo que has leído de esta reflexión hasta este punto, analiza qué aspectos sabotean tu éxito. Porque no es que no tengamos oportunidades. A todos se nos presentan. No es solo pedir un nuevo trabajo, otra relación, otro negocio, otro proyecto o cualquier otra cosa, porque si vamos a seguir actuando con la misma energía
conflictiva de siempre, con los mismos patrones mentales de
duda, fracaso y desesperación, simplemente no nos sentiremos
triunfantes.




“Dame Padre los recursos
para ejecutar a cabalidad mi
misión, la tarea que Tu me
has asignado para esta vida.
Condúceme con bien para
desarrollar y desempeñar
mis dones.
Te entrego y consagro mi
vida personal y profesional.
Que mis acciones sirvan al
mundo, que aporten y
ofrezcan bendiciones.
Yo solo/a, por mi propia
cuenta no me muevo. Por
eso te pido Padre que me
guíes a través de tus
ángeles. Que me conduzcan
donde Tu quieras que yo
vaya. Que me inspiren a
decir lo que Tu quieres que
yo diga. Y que me
acompañen en las
actividades que me
corresponde hacer”.

J.C.

 

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